Uno de los métodos de investigación científica más cuestionado y controvertido (junto a la investigación con células madre probablemente) es sin duda la experimentación con animales. A pesar de ser uno de los pilares de la medicina moderna, sigue siendo vista por muchos como una práctica cruel, barbárica e incluso innecesaria. Y es que el impacto emocional de ver a estos inocentes e indefensos animalitos atados con grilletes mientras algún malvado científico le inocula alguna sustancia, para muchos pesa más que la lógica o el sentido común.

Mientras que algunos misántropos consideran que directamente no vale la pena sacrificar animales para salvar vidas humanas, otros en tanto proponen «alternativas». La experimentación con convictos se ha vuelto un tópico frecuente entre los activistas por los «derechos animales», cada vez que se habla del papel de estos en la investigación biomédica. Quienes sostienen esta propuesta hacen referencia, sobre todo, a criminales violentos, o sea condenados por delitos graves como homicidio, violación o pedofília.

Pero más allá de los problemas éticos que esto plantea, ¿Es posible usar personas en la investigación científica, sean convictos o no? Desde la perspectiva científica, ¿Que tan práctico es experimentar con humanos? El sitio Understanding Animal Research en su articulo Why Testing on Prisoners is a Bad Idea enumera cuatro obvias razones que, desde un punto de vista práctico (no solo ético), hacen imposible la idea de sustituir animales por convictos en la experimentación e investigación biomédica.

1.- Historial médico

Cuando los científicos quieren probar una teoría a través de un experimento, tratan de limitar todas las variables. Si los investigadores quieren saber si un tratamiento médico está teniendo un efecto positivo, tienen que asegurarse de que los alimentos, la temperatura, la ingesta de líquidos y la salud de los individuos bajo observación sean lo más parecido posible. Esto se puede hacer en los animales, en los que tales variables han sido controladas y registradas a menudo desde su nacimiento. A partir de esto, el investigador puede ver los beneficios (si es que los hay) del tratamiento, y comenzar a sacar conclusiones sabiendo que lo único que diferencia al grupo control del grupo principal es dicho tratamiento.

Esto no es posible con los prisioneros, cuyo historial clínico es más limitado. El individuo podría haber adquirido inmunidad natural para cualquier tipo de enfermedades, lo que confundiría las variables de la investigación. Muchos de los convictos también han tenido problemas con drogas o alcohol en el pasado, u otros temas relacionados con la salud que pueden interferir con los resultados de los experimentos.

2.- Investigación genética

En 2013 hubo casi 280.000 procedimientos realizados en la investigación genética. Sin embargo, hubo muchos más en los que la genética era estudiada en relación con otras enfermedades. Por ejemplo, los investigadores pueden estar interesados en saber si un determinado gen es un factor de riesgo en el cáncer, o si el bloqueo de cierta proteína (codificada por un gen) podría tratar los síntomas en las enfermedades cardíacas. En 2013, el 52% de todos los estudios involucraron la cría de un animal genéticamente modificado. Esto es más de 2 millones de procedimientos.

Así es como mucho de lo que respecta a la investigación genética requiere de la cría de ratones con ciertos genes activados o desactivados para entender qué efectos tienen. Esto, obviamente, nos presenta problemas éticos con los seres humanos; seguramente estarás de acuerdo en que los hijos de convictos nacidos en la cárcel deben ser tratados como inocentes (y por lo tanto no son elegibles para experimentos). Incluso si nos saltásemos tales consideraciones éticas, hay que tener en cuenta que la reproducción humana tarda 9 meses para producir un bebé, y luego otros 15 a 17 años para que estos alcancen la madurez sexual. Los ratones pueden reproducirse en 20 días y las crías alcanzan la madurez sexual dentro de 6 a 8 semanas. Un investigador puede estudiar la herencia y los efectos de un gen a través de múltiples generaciones de ratones dentro de un solo año. La misma investigación tomaría toda una vida en seres humanos. El resultado es que sería prácticamente imposible llevar a cabo muchos de estos estudios genéticos en la población carcelaria.

3.- Números, ¿Tenemos suficientes prisioneros?

Actualmente es ilegal suministrar un medicamento nuevo a un voluntario humano si antes no se ha probado su seguridad en animales. Estas pruebas de toxicología consisten en probar el nuevo compuesto en animales y luego llevar a cabo un examen post-mortem con el fin de ver si causó algún daño en alguna parte del animal. Este método de prueba, utilizando prisioneros, significaría necesariamente la muerte del individuo. Por el momento, alrededor de 109.000 animales se utilizan cada año en las pruebas de seguridad de compuestos farmacéuticos en el Reino Unido. ¿Cómo se relaciona este número con nuestras poblaciones carcelarias?

Echemos un vistazo. En 2013 había 83.842 prisioneros, pero nuestros comentaristas (animalistas) quieren que nos restrinjamos solo a los peores delincuentes. Limitar la población a los condenados a más de 4 años (delitos graves), ya sea por violencia contra otra persona (que incluye asesinato, homicidio, así como delitos un poco menos graves tales como asalto, etc) o delitos sexuales (que incluyen violación y pedofilia) nos deja con sólo 21.572 convictos.

TOP3

Alternativamente podríamos mirar las sentencias anuales. Los crímenes más violentos que las personas mencionan en los comentarios son delitos sexuales violentos (violación o pedofilia) y asesinato. De las 3.687 penas de prisión por delitos sexuales en 2014, menos de 2800 fueron por delitos graves en los que las sentencias medias eran más de 2 años (que sin duda incluyen violación y pedofilia). De las 11.098 penas  por «violencia contra la persona», menos de 700 fueron delitos relacionados con la muerte (asesinato, homicidio o de delitos de conducción que implican la muerte de alguien). Así que en general tenemos un máximo de 3.500 nuevos criminales violentos cada año, que se agregan a los números de posibles pruebas en convictos.

En el Reino Unido se llevan a cabo alrededor de 4 millones de experimentos en animales al año (4,1 millones en 2013). Incluso si los seres humanos fuesen utilizados con más frecuencia, y aunque menos de ellos fueran necesarios para cada experimento, parece difícil cuadrar los 4 millones de procedimientos, ya sea con los 20.000 o menos criminales violentos en prisión en un momento dado, o con los 3.500 nuevos que entran en el sistema penitenciario cada año (mientras otros completan sus sentencias y se van). Incluso si sólo utilizamos los presos para las pruebas de toxicología, actualmente se requiere alrededor de 375.000 animales cada año para este tipo de pruebas en el Reino Unido.

4.- Investigación veterinaria

Una última área donde los experimentos en humanos no tendrían sentido (sean convictos o no) es la ciencia veterinaria. Aunque no todos los tratamientos se desarrollan inicialmente utilizando la especie objetivo (un ratón puede ayudar a desarrollar un tratamiento contra el cáncer que con el tiempo se use en perros), esta tendrá que ser utilizada en algún momento para poner a prueba la seguridad y eficacia del tratamiento. Este tipo de investigación no se podría hacer en los seres humanos. Así como usamos los ensayos clínicos en humanos para determinar la seguridad definitiva de un nuevo tratamiento antes de que salga al mercado, de la misma forma habría que utilizar animales para probar la seguridad de un nuevo tratamiento veterinario para esa especie, antes de que pueda ser utilizado comercialmente.

En conclusión, NO

Queda claro que desde un punto de vista práctico, no tendría sentido reemplazar los estudios hechos en animales con experimentos en humanos. Los presos no vienen con historial clínico de toda la vida, su genética no pueden ser manipulada y simplemente no hay suficientes.

Todo esto, claro, sin considerar las implicancias éticas y legales. Después de la Segunda Guerra Mundial y el descubrimiento de experimentos médicos con prisioneros en los campos de concentración nazis, la comunidad médica definió un conjunto de 10 principios éticos llamado Código de ética médica de Núremberg, dónde se descartó la experimentación humana sin consentimiento informado, e insistió en que este tipo de investigación sólo debe hacerse después del conocimiento previo obtenido de los experimentos con animales. Más tarde, en 1964, la Asociación Médica Mundial (WMA) promulgó la Declaración de Helsinki, un cuerpo de principios éticos que deben guiar a la comunidad médica y otras personas que se dedican a la experimentación con seres humanos, que hace énfasis en los mismos puntos.

Por último, una pregunta interesante que queda dado vuelta es: si fuese moralmente aceptable llevar a cabo pruebas médicas en los criminales violentos, ¿Sería también moralmente aceptable comerlos?